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Archivo diario: 7 junio 2011

Reverón. La película.

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Nota del 10 de junio de 2011: La Película ganó los premios a:  Mejor Música, Mejor Fotografía, Mejor Dirección de Arte, Mejor Actriz de Reparto,  Mejor Actor, Mejor Dirección y el Premio del Público  en el VII Festival de Cine Venezolano en Mérida.

Cuando salí de ver la más reciente película de Diego Rísquez, “Reverón”, no pude evitar
preguntarme, una vez más, como siempre lo he hecho cuando me aproximo al pintor, si ¿fue Armando Reverón un loco que se hizo pasar por cuerdo o fue un cuerdo que se refugiaba en la locura para escapar al dolor y a la realidad hasta que la insania mental lo atrapó por completo?

Pensaba que en el caso de Armando, como en el de muchos grandes artistas, esta pregunta nunca podrá ser respondida con absoluta certeza, posiblemente una combinación de ambas situaciones unidas a una gran sensibilidad y exacerbada capacidad y necesidad de creación configuraron la excéntrica personalidad del “Loco de Macuto”, el pintor, muñequero, teatrero y teatral. El genio de la luz.

Pero, reflexionando sobre lo que acababa de ver, decidí que no tiene mayor importancia pontificar acerca de la locura de Reverón. Ese rasgo de su personalidad no pasa de ser un aspecto de su biografía. Lo que sí se hace imprescindible es recalcar su genialidad artística, rescatar la idea de que fue un genio de la pintura venezolana del siglo XX y darle el lugar que se merece en la historia de las artes plásticas, otorgarle el sitial que le corresponde en mundo del arte.

Entonces, pensé que es mucho lo que en Venezuela le tendremos que agradecer a Diego Rísquez en esa labor de otorgarle a Reverón el puesto que se merece en la historia porque su película hace que reencontremos al genio del pintor, nos absorbe desde el principio para adentrarnos en los vericuetos de su creación y llegar a perdernos en los laberintos esquizoides del Reverón pintor, actor, muñequero y amante.

Pareciera que en la producción cinematográfica se logró permear la energía del Pintor, su espíritu parece haberse materializado a lo largo de los 90 minutos del film. Así encontramos que Reverón está presente en la pictórica y excelente fotografía de Cesary Jaworsky, que logra plasmar en la pantalla imágenes que parecieran hechas por el propio obseso de la luz, con unos sutiles efectos que nos muestran la luz del trópico tal y cómo la debió haber experimentado el propio artista.

La banda sonora de “Reverón”, original de Alejandro Blanco Uribe es, sin lugar a dudas, una de las mejores que he escuchado en el cine venezolano. La música es un personaje más y sus vibrantes y rítmicos acordes junto a sus dulces letras nos acompañan desde las primeras escenas de un film que, con poco diálogo pero con excelentes imágenes, actuaciones y música, nos cuenta una hermosa historia de amor y nos muestra a un genio en todo su esplendor creativo, con sus obsesiones, su onanismo, su pasión, su calistenia ejecutada antes de enfrentar el lienzo y esa divertida y lúdica manera que tenía Reverón para aproximarse al otro, a lo desconocido, a lo que  le podría producir algún temor y que disipaba con juegos teatrales.

La dirección de arte,  a cargo del propio Rísquez, no admite otro adjetivo que no sea el de “perfecta”. Resulta increíble poder ver en la pantalla El Castillete de Reverón cuando sabemos que desde el deslave de Vargas, en diciembre de 1999, está, junto a los objetos que allí había, ahogado bajo las piedras y el lodo que arrastró la fuerte vaguada, sin que a alguna autoridad parezca importarle ni hayan mostrado el más mínimo interés en reconstruir la memoria histórica de uno de los más importante pintores de nuestro país. El museo Reverón quedó convertido en escombros sin que al parecer le conmueva a alguien.

En la película están la pajarera, el cinturón, los pinceles, los lienzos, el teléfono, las muñecas: Serafina, Niza y Graciela, Pancho, el mono que anunciaba las visitas con el sonido de la campanilla, las máscaras, los vestuarios, los animales, en fin, todos los objetos y seres que conformaban el mundo más íntimo del pintor y que han logrado reproducir con maestría y exactitud para la filmación.

Pero donde uno más siente la presencia de Reverón es justamente en la actuación hecha por Luigi Sciamanna. Su interpretación del pintor de la luz es verdaderamente genial. En los ojos del actor no hay nada que no sea verdad. Sus gestos, movimientos, la entonación de la voz y las miradas son de una pasmosa naturalidad, sin histrionismos exagerados ni los típicos clichés de mirada desorbitada que utilizan lo malos actores cuando quieren interpretar la locura.

Luigi va desarrollando el personaje con tanta verdad y sinceridad que uno no puede evitar pensar, pese a las diferencias físicas, que está frente al maestro Armando Reverón. En su interpretación no hay fingimientos ni manierismos o impostaciones, es verdad cuando ríe, cuando llora, cuando juega, cuando pinta, cuando se busca en el espejo y se llama. Incluso, en las escenas en las que interactúa con Nicolás Ferdinandov, en una sosa y poco afortunada interpretación de Luis Fernández, su actuación es tan verdadera que no permite que la escena caiga. Al final, cuando le sobreviene la muerte y Reverón se va hacia su obsesiva luz, uno queda con la sensación de haber ido al Castillete a compartir un rato con el artista y Juana su historia de amor y creación.

La presencia del “Loco de Macuto” en el film se siente también en el amor que destilan los ojos de Sheila Monterola, la actriz que con pasión y creatividad encarnó a Juana, la amante esposa de Reverón, la compañera que lo cuidó, lo mimó y participó de sus juegos y travesuras. En su Juana no hay más que amor y solidaridad, en una interpretación que llega a lo más profundo del ser. Ella es la encarnación de ese amor que tuvo el privilegio de sentir Reveron de parte su compañera, amiga y amante. Sheila construyó su personaje con sutileza y ternura alcanzando una excelente actuación.

Las demás actuaciones se puede decir que están al nivel de la película, los personajes cumplen su cometido de dar soporte al personaje principal sin que ninguna descuelle en particular. En términos generales los personajes están bien interpretados.

Reverón , la película, es una obra que, a riesgo de parecer exagerado y parcializado, es digna de representar a Venezuela en los Oscar. No tengo duda de que con una buena campaña promocional y el apoyo de todos los venezolanos, la película no sólo podría traer el primer Oscar como Mejor Película Extranjera para Venezuela sino que, con un empujoncito un poco más fuerte, podría traerse también el galardón como Mejor Actor Principal para Sciamanna.

Cuando fui al cine a ver la película, había una larga cola para ver la cuarta entrega de Piratas del Caribe, lamentablemente, en la sala de “Reverón”, los asistentes no sumábamos más de 30.  Ojalá y mis palabras sobre la posibilidad de un Oscar para el film sean proféticas, no sólo por el logro que significaría para la película y para la cinematografía criolla, sino porque un triunfo de ese calibre ayudaría contribuiría para que la imagen de Reverón, el artista plástico, el “Loco de Macuto”, sea reivindicada a nivel mundial y que los venezolanos empecemos a valorar al maestro de la luz como nuestro Goya o como nuestro Van Gogh.

Las imágenes utilizadas en este post fueron extraídas del trailer

oficial del la película y de la página de la misma.