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Reverón. La película.

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Nota del 10 de junio de 2011: La Película ganó los premios a:  Mejor Música, Mejor Fotografía, Mejor Dirección de Arte, Mejor Actriz de Reparto,  Mejor Actor, Mejor Dirección y el Premio del Público  en el VII Festival de Cine Venezolano en Mérida.

Cuando salí de ver la más reciente película de Diego Rísquez, “Reverón”, no pude evitar
preguntarme, una vez más, como siempre lo he hecho cuando me aproximo al pintor, si ¿fue Armando Reverón un loco que se hizo pasar por cuerdo o fue un cuerdo que se refugiaba en la locura para escapar al dolor y a la realidad hasta que la insania mental lo atrapó por completo?

Pensaba que en el caso de Armando, como en el de muchos grandes artistas, esta pregunta nunca podrá ser respondida con absoluta certeza, posiblemente una combinación de ambas situaciones unidas a una gran sensibilidad y exacerbada capacidad y necesidad de creación configuraron la excéntrica personalidad del “Loco de Macuto”, el pintor, muñequero, teatrero y teatral. El genio de la luz.

Pero, reflexionando sobre lo que acababa de ver, decidí que no tiene mayor importancia pontificar acerca de la locura de Reverón. Ese rasgo de su personalidad no pasa de ser un aspecto de su biografía. Lo que sí se hace imprescindible es recalcar su genialidad artística, rescatar la idea de que fue un genio de la pintura venezolana del siglo XX y darle el lugar que se merece en la historia de las artes plásticas, otorgarle el sitial que le corresponde en mundo del arte.

Entonces, pensé que es mucho lo que en Venezuela le tendremos que agradecer a Diego Rísquez en esa labor de otorgarle a Reverón el puesto que se merece en la historia porque su película hace que reencontremos al genio del pintor, nos absorbe desde el principio para adentrarnos en los vericuetos de su creación y llegar a perdernos en los laberintos esquizoides del Reverón pintor, actor, muñequero y amante.

Pareciera que en la producción cinematográfica se logró permear la energía del Pintor, su espíritu parece haberse materializado a lo largo de los 90 minutos del film. Así encontramos que Reverón está presente en la pictórica y excelente fotografía de Cesary Jaworsky, que logra plasmar en la pantalla imágenes que parecieran hechas por el propio obseso de la luz, con unos sutiles efectos que nos muestran la luz del trópico tal y cómo la debió haber experimentado el propio artista.

La banda sonora de “Reverón”, original de Alejandro Blanco Uribe es, sin lugar a dudas, una de las mejores que he escuchado en el cine venezolano. La música es un personaje más y sus vibrantes y rítmicos acordes junto a sus dulces letras nos acompañan desde las primeras escenas de un film que, con poco diálogo pero con excelentes imágenes, actuaciones y música, nos cuenta una hermosa historia de amor y nos muestra a un genio en todo su esplendor creativo, con sus obsesiones, su onanismo, su pasión, su calistenia ejecutada antes de enfrentar el lienzo y esa divertida y lúdica manera que tenía Reverón para aproximarse al otro, a lo desconocido, a lo que  le podría producir algún temor y que disipaba con juegos teatrales.

La dirección de arte,  a cargo del propio Rísquez, no admite otro adjetivo que no sea el de “perfecta”. Resulta increíble poder ver en la pantalla El Castillete de Reverón cuando sabemos que desde el deslave de Vargas, en diciembre de 1999, está, junto a los objetos que allí había, ahogado bajo las piedras y el lodo que arrastró la fuerte vaguada, sin que a alguna autoridad parezca importarle ni hayan mostrado el más mínimo interés en reconstruir la memoria histórica de uno de los más importante pintores de nuestro país. El museo Reverón quedó convertido en escombros sin que al parecer le conmueva a alguien.

En la película están la pajarera, el cinturón, los pinceles, los lienzos, el teléfono, las muñecas: Serafina, Niza y Graciela, Pancho, el mono que anunciaba las visitas con el sonido de la campanilla, las máscaras, los vestuarios, los animales, en fin, todos los objetos y seres que conformaban el mundo más íntimo del pintor y que han logrado reproducir con maestría y exactitud para la filmación.

Pero donde uno más siente la presencia de Reverón es justamente en la actuación hecha por Luigi Sciamanna. Su interpretación del pintor de la luz es verdaderamente genial. En los ojos del actor no hay nada que no sea verdad. Sus gestos, movimientos, la entonación de la voz y las miradas son de una pasmosa naturalidad, sin histrionismos exagerados ni los típicos clichés de mirada desorbitada que utilizan lo malos actores cuando quieren interpretar la locura.

Luigi va desarrollando el personaje con tanta verdad y sinceridad que uno no puede evitar pensar, pese a las diferencias físicas, que está frente al maestro Armando Reverón. En su interpretación no hay fingimientos ni manierismos o impostaciones, es verdad cuando ríe, cuando llora, cuando juega, cuando pinta, cuando se busca en el espejo y se llama. Incluso, en las escenas en las que interactúa con Nicolás Ferdinandov, en una sosa y poco afortunada interpretación de Luis Fernández, su actuación es tan verdadera que no permite que la escena caiga. Al final, cuando le sobreviene la muerte y Reverón se va hacia su obsesiva luz, uno queda con la sensación de haber ido al Castillete a compartir un rato con el artista y Juana su historia de amor y creación.

La presencia del “Loco de Macuto” en el film se siente también en el amor que destilan los ojos de Sheila Monterola, la actriz que con pasión y creatividad encarnó a Juana, la amante esposa de Reverón, la compañera que lo cuidó, lo mimó y participó de sus juegos y travesuras. En su Juana no hay más que amor y solidaridad, en una interpretación que llega a lo más profundo del ser. Ella es la encarnación de ese amor que tuvo el privilegio de sentir Reveron de parte su compañera, amiga y amante. Sheila construyó su personaje con sutileza y ternura alcanzando una excelente actuación.

Las demás actuaciones se puede decir que están al nivel de la película, los personajes cumplen su cometido de dar soporte al personaje principal sin que ninguna descuelle en particular. En términos generales los personajes están bien interpretados.

Reverón , la película, es una obra que, a riesgo de parecer exagerado y parcializado, es digna de representar a Venezuela en los Oscar. No tengo duda de que con una buena campaña promocional y el apoyo de todos los venezolanos, la película no sólo podría traer el primer Oscar como Mejor Película Extranjera para Venezuela sino que, con un empujoncito un poco más fuerte, podría traerse también el galardón como Mejor Actor Principal para Sciamanna.

Cuando fui al cine a ver la película, había una larga cola para ver la cuarta entrega de Piratas del Caribe, lamentablemente, en la sala de “Reverón”, los asistentes no sumábamos más de 30.  Ojalá y mis palabras sobre la posibilidad de un Oscar para el film sean proféticas, no sólo por el logro que significaría para la película y para la cinematografía criolla, sino porque un triunfo de ese calibre ayudaría contribuiría para que la imagen de Reverón, el artista plástico, el “Loco de Macuto”, sea reivindicada a nivel mundial y que los venezolanos empecemos a valorar al maestro de la luz como nuestro Goya o como nuestro Van Gogh.

Las imágenes utilizadas en este post fueron extraídas del trailer

oficial del la película y de la página de la misma.

Los top 5 del blog de Golcar en el primer aniversario

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En octubre del año pasado, el o5 para ser preciso, decidí comenzar a publicar esta bitácora a la que, por falta de creatividad o de experiencia en el oficio de bloguear, no se me ocurrió otro nombre  para designarlo que el mío. Hoy pienso que si lo empezara a escribir en este momento seguramente lo llamaría de otra forma, pero en el instante en que dí click a «crear un blog», cuando me exigieron que le diera nombre, entre el susto de no tener ni idea de en qué me estaba metiendo y el temor de no hacer lo correcto, lo único que se me ocurrió fue utilizar el nombre que al momento de bautizarme me pusieron Golfredo y Carmen, mis padres.

Nunca pensé que este entretenimiento, originalmente pensado como una prueba para ver de qué iba eso de ser «bloguero» llegaria a cumplir un aniversario ni que alcanzaría las 44 publicaciones.

Ser un bloguero autodidacta no ha sido fácil, entre la ignorancia del mundo cibernético que me abruma y el temor a dar un clik donde no se debe, han sido muchos los tropiezos y las metidas de pata pero no me arrepiento y, de verdad, me siento satisfecho con lo que he hecho hasta ahora y, sobre todo, me enorgullece evidenciar que este rinconcito de descarga de mis lucubraciones y reflexiones acerca de  todo lo que me mueve y conmueve ha ido evolucionando y mejorando con los meses.

Así, a punta de clickear y errar y gracias a la ayuda de algunos amigos de twitter y de facebook, aprendí a agregarle fotos, videos embebidos (que no tenía ni la más remota idea de qué eran) y botones para compartir, entre otras cositas que han servido para darle una cierta identidad al blog y hacerlo más entretenido.

Como El Blog de Golcar apaga su primera velita, pensé conveniente compartir de nuevo los 5 posts que durante este año han sido más visitados. Posiblemente, no coinciden con mis artículos preferidos, pero así de implacables son las estadísticas y no siempre nos complacen.

Estos son, en orden descendente, los post con más tráfico en el blog:

X Velada de Santa Lucía. Toda la calle 2 para el arte

Hace diez años, un grupo de vecinas del popular y tradicional sector Santa Lucía, en Maracaibo, se reunió una noche para divertirse cantando boleros y rancheras. Entre canción y canción, se les ocurrió organizar una velada artística en la zona en la cual participaran creadores de diferentes áreas de las artes plásticas y escénicas. Una […]

4 Procesión lacustre de San Benito en fotos

Eran las siete de la mañana del sábado 26 cuando arrancamos, desde Maracaibo, rumbo a Punta de Palma, un pequeño pueblo ubicado en la Costa Oriental del Lago, para participar en la emocionante procesión lacustre que todos los años se desarrolla en honor a San Benito, quien en esa fecha es llevado a la Iglesia […]

3 Crónicas de Cuba V

 

¡Por fin! CUBA, MAS ALLA DE TRAFICANTES Y JINETERAS 

Después de la catarsis realizada por la función del melodrama de Fernando Pérez,”Hello Hemingway” y, sobre todo, por las crudas imágenes de “El Fanguito”, el corto documental de Jorge Luis Sánchez en el que, por primera vez, un creador se atreve a mostrar la cruel realidad que viven las barriadas más pobres de Cuba me fui al hotel a dormir un rato necesitaba cargar baterías para la noche que prometía ser larga […]

2 Hacer turismo en Venezuela es una ironía

 Salir y recorrer lugares de Venezuela en plan de turista le permite a uno percatarse de dos verdades contundentes: Una, que Venezuela es grande, es bella y es rica en recursos naturales e históricos que le permitirían desarrollar una gran industria del turismo. Y dos, la poca atención, por no decir ninguna, que los gobiernos […]

1 Film venezolano “Cheila, una casa pa´maíta”

 

 A mediados de enero, mientras iba camino al Centro de Arte de Maracaibo, Lía Bermúdez, para asistir a la proyección de la película “Cheila, una casa pa´maíta”, me preguntaba qué le diría a Eduardo Barberena, el director de la cinta, una vez terminada la proyección. ¿Cómo enfrentar al realizador y decir un comentario agradable, sin que los gestos de la cara delataran lo que en realidad pasaba por mi mente en ese instante? […]

Hermano

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Al picar en la foto podrán ver galería de imágenes del film y backstage

Julio le pedía a su mamá una mascota y al confundir el llanto de un niño con el maullido de un gato, la vida le regalo a un hermano.
De este punto arranca la historia que Marcel Rasquín nos cuenta con su ópera prima cinematográfica “Hermano”, estrenada recientemente y galardonada con los 3 principales premios del Festival Internacional de cine de Moscú: Premio del Público, Premio de los Críticos y el San Jorge de Oro a la Mejor Película.

Esta es la historia de dos hermanos de crianza Julio, el mayor, y Daniel, quien será más recordado como “Gato”, apodo ganado por la anécdota que lo llevó al humilde hogar donde se crió. Su pasión por el futbol y la posibilidad ofrecida por un cazatalentos deportivos de pertenecer a la selección nacional, le permite a Daniel soñar con la oportunidad de cambiar su vida, superar la pobreza y salir del ambiente de violencia y delito en el cual se criaron en un barrio de Caracas.

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“Hermano” es sin duda alguna, una de las mejores producciones del cine nacional en los últimos tiempos. Si bien es cierto que en ella están presentes los tan manipulados temas de la pobreza, la delincuencia y la violencia de los barrios caraqueños que podrían hacer presumir que se trata de “una peliculita venezolana más”, no es menos cierto que la excelente dirección de Marcel Rasquín, junto con la óptima calidad y creatividad de la fotografía de Enrique Aular, le dan un toque diferente y especial a Hermano.

Marcel Rasquín, director de Hermano

En este film las imágenes no se regodean en el cerro plagado de ranchos ni en lo oprobioso de la pobreza; los muestran sin prejuicios y sin pretensiones documentalistas alcanzando imágenes de una gran belleza tanto por la iluminación y el encuadre como en su composición en general.

La calidad de la fotografía, movimientos de cámara y efectos visuales nos dejan perplejos, ratificando que sí se puede hacer un cine de alta factura en el país y justificando plenamente los tres importantes premios ganados en Moscú. Lo grotesco y obscuro del paisaje y de la aplastante realidad del país en sus cinturones de miseria están presentes, pero con un alto sentido de la estética cinematográfica.

El audio y la música de la película, aspectos de los que siempre nos hemos quejado en el cine nacional, también alcanzan un nivel óptimo de calidad, aunque debo confesar que la música, por ratos, llegó a molestarme pero como algo muy subjetivo en mí al parecer que su ritmo y clima no se correspondían con el de las imágenes. También debo confesar que, en otros momentos, la música acompañó perfectamente la situación, logrando una armonía perfecta con la imagen y el argumento.
Las actuaciones están todas en un muy buen nivel aunque hay que resaltar la de Eliu Armas, cuyo desenfado ante la cámara y la naturalidad para decir sus parlamentos lo hacen sobresalir. El, junto a Fernando Moreno tienen escenas fraternales realmente conmovedoras y convincentes, escenas memorables.
Tal vez, “Hermano” me dejó con ganas de conocer un poco más acerca de sus personajes, se le podría criticar una cierta “flojera” a la hora de escribir la historia y los diálogos que, a veces, no se encuentran a la altura y calidad de la película; sin embargo, esta falla es perfectamente compensada por la abundante cantidad de imágenes interesantes y creativas de los juegos de fútbol, de atardeceres y amaneceres de Caracas y esa nueva manera de mostrarnos en el cine la vida de los pobres de la capital, sin menospreciarlos ni pretender generar sentimientos de lástima o desprecio. “Hermano” enseña una realidad, no la juzga ni pretende cambiarla de manera panfletaria, nos echa un cuento sin malos malísimos ni buenos buenísimos, nos habla de seres humanos que viven escaleras arriba, cerro arriba.

Nota al margen:
“Hermano” es una muestra de que en Venezuela podemos hacer las cosas bien. Ojalá y los dueños de Cines Unidos sigan el ejemplo y comiencen a mejorar sus servicios y atención. La interminables colas para comprar chucherías se hacen más largas y lentas debido a la lentitud de los dependientes y no se justifica que nos despachen, en bandejas sucias, unos refrescos sin gas y sin hielo.

«INVICTUS» ¿Será posible la reconciliación en Venezuela?

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Cuando un venezolano ve la película “Invictus” de Clint Eastwood no puede evitar preguntarse qué sería de nuestro país si en 1998 hubiese ganado la presidencia un hombre como Nelson Mandela. Un líder que logró imponerse sobre sus miserias y resentimientos para hacer que Sudáfrica  superara una larga y cruel historia de segregación y racismo.

Desde las primeras imágenes de “Invictus”, uno comienza a encontrar elementos en la historia con los cuales se siente identificado. Es que para ningún venezolano son extrañas la pobreza y las injusticias sociales. Hemos crecido entre contradicciones. Por eso ver la secuencia en la película que muestra a unos jóvenes pudientes jugando rugby en una cancha y con uniformes impecables frente a unos niños pobres que hacen lo mismo descalzos y en un terreno baldío, no nos causa asombro pues eso siempre ha formado parte de nuestra cotidianidad.

La película nos enseña una Sudáfrica tan parecida a Venezuela que, cuando la pantalla se llena con ese plano general de una zona plagada de favelas o “ranchos”, como les decimos aquí, fue como si me hubieran tirado de los pelos y me retrocedieran 15 años, cuando llegué a Maracaibo y tuve la oportunidad de recorrer las zonas más pobres de la ciudad.

La impresión y desconcierto que tuve en el cine fueron los mismos que sentí cuando caminé por barrios enteros construidos con latas de zinc por los cuatro costados y el techo. Por un momento, tuve la impresión de que lo que se reflejaba en la pantalla había sido filmado en Maracaibo y las preguntas que me cruzaron por la mente fueron las mismas de hace 15 años: ¿Cómo pueden vivir unos seres humanos en esas condiciones? ¿Cómo pueden soportar el calor concentrado en esos hornos de lata, si la temperatura afuera puede llegar a los 40 grados centígrados?

Esto no es Sudáfrica, es una céntrica calle en Maracaibo

Contacto con la pobreza siempre he tenido. De pequeño, fueron muchos los viajes a Caracas para visitar a parientes que vivían a orillas de la panamericana y en  cuyas viviendas se podía apreciar, detrás del cartón piedra, lo roca viva de la montaña. Muchos años después, ya graduado de comunicador social, volví a Caracas y durante la producción de una campaña publicitaria, de nuevo frecuenté barrios como los de Petare, El Valle, Catia y 23 de Enero. Fueron muchas las escaleras que subí haciendo la producción de la campaña y fue mucho el contacto humano que tuve con los habitantes de esas zonas. Pero, aunque en ocasiones me sumía en la depresión por ver las condiciones en que, más que vivir, sobrevivían, esas humildes personas en Caracas, nada se podía comparar con la pobreza extrema que vi en Maracaibo.

Por eso, esa toma de las favelas de Sudáfrica en “Invictus” me erizó la piel y, a partir de ese momento no pude dejar de hacer comparaciones entre lo que vivió el país africano con Mandela, y lo que vivimos actualmente en Venezuela, pues, esos pobres de solemnidad que vi en diferentes etapas de mi vida siguen estando allí y siguen multiplicándose.

“Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma”

La película no es más que la narración de un capítulo de la historia de la presidencia de Nelson Mandela, se podría decir que se basa en una anécdota. Pero, es un capítulo que muestra lo grande que puede llegar a ser un hombre cuando no se deja guiar por resentimientos y ambiciones personales. Un hombre que decidió ser el amo de su destino y el capitán de su alma y no permitir que la injusticia vivida con sus casi 30 años de prisión fuera la base sobre la que se cimentara su gobierno.

Mandela, magistralmente interpretado por Morgan Freeman, consigue en el rugby el medio para lograr unir a su país, hasta ese momento fatalmente dividido por tantos años de apartheid. Para conseguir esa unión de las dos mitades del país, el presidente convoca a François Pienaar (Matt Damon), capitán del equipo «Los Sprinboks” y ambos se empeñan en hacer que el país entero apoye a un equipo que, en principio, era odiado por la población negra de Sudáfrica al considerarlo un símbolo de la segregación racial. Ambos personajes se elevan sobre sus prejuicios y resentimientos y logran que el país obtenga el trofeo de  campeón en la Copa del Mundo de Rugby de 1995.

Termina la película y uno queda con sentimientos encontrados frente a lo que acaba de ver. Por un lado, la satisfacción de haber asistido a una buena pieza cinematográfica, bien actuada y bien contada y con la alegría de saber que lo que se vio en la pantalla no era sólo una ficción sino que estaba basada en hechos reales que nos demuestran que la reconciliación de un país no es imposible cuando, ese objetivo, se antepone a cualquier otra cosa.

Pero, por el otro lado, el amargo sabor de sentir que en Venezuela esa reconciliación, día a día, parece hacerse más inalcanzable. ¿Cómo reunificar a un país si desde las altas esferas del gobierno lo que se estimula es el resentimiento, el rencor y la violencia de un grupo de venezolanos contra otro?

No se puede reconciliar a un país si a un sindicato «equis» se le crea, para enfrentarlo, a un sindicato «ye». A una federación de empresarios se enfrenta con otra federación de empresarios “oficialistas”. Al movimiento estudiantil se le divide con la creación de otro movimiento estudiantil de tendencia oficialista. Al conjunto de universidades centenarias se le crea una universidad bolivariana para enfrentarla…

Entonces, uno piensa en esas palabras que dice Pienaar, luego de visitar el sitio donde estuvo prisionero Mandela por años:

“Estaba pensando, ¿cómo ha podido pasar 30 años en una celda minúscula y luego salir y perdonar a los que lo encerraron ahí?”

Film venezolano «Cheila, una casa pa´maíta»

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Para julio del 2010 fue pospuesta la premier en cartelera nacional del más reciente film del realizador Eduardo Barberena, «Cheila, una casa pa´maíta», que narra la historia de un transexual.

Endry Cardeño, Violeta Alemán y Aura Rivas encarnan los personajes femenios principales del film (Foto: Fernando Pulido. Haz click para ver trailler)

A mediados de enero, mientras iba camino al Centro de Arte de Maracaibo, Lía Bermúdez, para asistir a la proyección de la película “Cheila, una casa pa´maíta”, me preguntaba qué le diría a Eduardo Barberena, el director de la cinta, una vez terminada la proyección. ¿Cómo enfrentar al realizador y decir un comentario agradable, sin que los gestos de la cara delataran lo que en realidad pasaba por mi mente en ese instante? Es que, como es común entre nosotros, fui a ver la película con toda la carga de prejuicios contra el cine venezolano, acumulada luego de ver tantos filmes mediocres y chabacanos. Uno puede sacar sólo unas cuantas muestras que certifican que sí se puede hacer un cine nacional digno y de buena calidad, entre los que podríamos contar Oriana de Fina Torres, Jericó, de Lamata y alguna que otra película más que salvan la honra de lo que es el cine vernáculo.

De verdad, me preocupaba cómo encarar a Eduardo, sin despepitarle en la cara, “chico, qué cagada de película!”. Sabía que la amistad y el respeto que siempre me han inspirado quienes se atreven a crear, no me permitirían tener una salida de ese tipo, y menos tratándose de Barberena con quien me había comprometido a ser su anfitrión en su paso por Maracaibo; pero también me conozco y sé que se me hace difícil contener la lengua cuando algo no me gusta y me consultan al respecto.

Cheila, una casa pa´maíta arrasó con los premios en el Festival de Cine de Mérida

Cheila, una casa pa´maíta arraso con los premios del festival de Mérida (foto: Fernando Pulido)

Sabía que “Una casa pa´maíta” había arrasado con los premios en el último festival de cine de Mérida donde se alzó con lo seis premios más

Pica en la foto de Fernando Pulido para ver la ficha artística y técnica de la película

importantes, incluyendo Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guión, Mejor Actriz Principal y de Reparto y que trataba un tema espinoso y lleno de tabúes, no sólo en Venezuela, sino en muchos países, como lo es la transexualidad. Pero no tenía más información acerca del film que la vista en prensa. Nunca me he dejado guiar ni por premios ni por críticas cinematográficas sobre el cine nacional pues, en la mayoría de los casos, los críticos tienden a ser condescendientes con la producción nacional por aquello de que debemos apoyar el cine venezolano para estimularlo y hacer que la gente se acerque a la taquilla.

De manera que, con mi maleta de prejuicios contra el cine nacional, respirando profundo y esperando conseguir algo positivo en la película para agarrarme de allí al momento de enfrentar a Barberena, llegué al CAMLB, a una función programada como antesala de lo que sería en los siguientes días el X Festival de Cotometrajes, Manuel Trujillo Durán.

¡Susto! Se enciende la pantalla y lo primero que oigo es una grosería gritada a voz en cuello y pienso “efectivamente, mis prejuicios no estaban desencaminados”, respiro profundo nuevamente y me dispongo a soportar la tortura del cine venezolano.

Cardeño mereció el premio a Mejor Actriz en el Festival de Cine de Mérida (Foto: Fernando Pulido)

Afortunadamente, para mi sorpresa y la de muchos de los espectadores, la mala impresión no duró más que los segundos que puede durar pronunciar la frase “¡Coño de la madre!”. Pasado ese primer impacto, los prejuicios fueron cediendo y a los diez minutos de comenzada la proyección, ya la historia me había capturado y noté que con el resto de los presentes en la sala sucedía lo mismo.

La historia de Cheila, una transexual venezolana que vive en Canadá y viene a Venezuela a visitar a su familia para buscar el dinero generado por sus inversiones y que le permitiría sufragar los gastos de la operación definitiva que la llevaría a culminar su tránsito de un cuerpo de hombre al de la mujer que siempre se sintió, logró capturar la atención de todos los espectadores.

La homosexualidad y la transexualidad son temas delicados de tratar en el cine pues siempre se corre el riesgo de caer en lo vulgar, en el chiste fácil y en la caricaturización de los personajes. En “Una casa

Drama y comedia se mezclan en esta producción de Eduardo Barberena (Foto: Fernando Pulido)

pa´maita” tanto el guionista (Elio Palencia) como su director (Eduardo Barberena, recordado por su film “La hora Texaco”) logran superar dignamente esos riesgos y nos presentan un personaje preñado de humanidad, excelentemente encarnado por la actriz colombiana Endry Cardeño. La película está hecha desde una visión de respeto al ser humano que se esconde detrás del personaje de Cheila, de allí su éxito entre el público que en ningún momento pitó o abucheó cuando aparecían en pantalla Cheila o alguno de sus amigos “maricones”.

La gente reía con las ocurrencias o se le aguaban los ojos en los momentos de drama pero en ningún momento hubo la más pequeña muestra de desprecio hacia lo que veía en pantalla. Cheila, a pesar de haber estudiado docencia y graduarse summa cum laude, no consigue trabajo como educadora debido a su condición de transexual, y termina poniendo un cartelito en su casa anunciándose como peluquera. Es que, en un país donde las leyes no amparan a los transexuales, estos sólo tienen dos caminos, la prostitución o la peluquería.

“Una casa pa´maita” está cargada de humor, de drama, hasta de crueldad, esa crueldad con la que en muchos casos se tratan a los que “botan plumas”, pero su característica principal y que constituye a mi modo de ver su mayor logro es el respeto hacia el ser humano que se encuentra detrás de esa botada de plumas, sobre todo en un país en el que, como  le dice Cheila en una escena a su hermano:

-“A ti te jode que tus hijos vean a mis amigos, ¿verdad? ¡Pero, no que vean a este huevón pegándole a la mujer! ¡O a ti rascado sin trabajar! ¡O que vivan en este chiquero, donde nadie es capaz de arreglar una poceta!, ¿verdad?”

Ya lo decía Cabrujas en su artículo “El 40 por ciento” de 1991, refiriéndose a una denuncia que alguien hiciera diciendo que ese era el porcentaje de homosexuales en el servicio diplomático venezolano:

“Lo fundamental en todo caso es preguntarnos dónde radica la molestia y qué es lo que se trata de denunciar con semejante aspaviento, puesto que un medio de invertidos, cualquiera que fuese, no constituye en sí mismo motivo de la menor alarma. Por mí como si el inspector de alcobas hubiese dicho que en el cuerpo diplomático hay 23 por ciento de enanos. Nadie me dice nada con eso, aparte de lo pintoresco del dato y el comentario inmediato: ¡Caramba, qué cantidad de enanitos hay en el consulado de Ankara!. La homosexualidad, Moisés aparte, no descalifica a quien la asume, ni invalida a los agregados comerciales o a los veterinarios o a los parceleros de soya en Anzoátegui. La homosexualidad es una conducta íntima como cualquier otra y hay que ser bien rural y bien 1922 en Elorza como para andar de metiche echándosela en cara a la gente.”

Casi 20 años más tarde, el personaje de Cheila en “una casa pa´maita” terminaría su escena diciendo a su familia lo mismo que exponía Cabrujas pero con estas lapidarias palabras para referirse a lo que los padres tolerarían de un hijo, que sea “un ladrón, asesino, o lo que sea; pero marico, no”.

Los Derechos Humanos en el siglo XXI

Tamara Adrián, docente y activista de los DDHH de la mujer (Pica en la foto para conocer más de Tamara Adrián)

Para la proyección de “Cheila, una casa pa´maíta” en el CAMLB, Ramón Bazó, coordinador del departamento de cine del Centro de Arte, invitó a Tamara Adrián, activista de los derechos humanos de la mujer y de la diversidad sexual para que ofreciera una charla sobre homosexualidad y transexualidad.

Destacaba en su conferencia Tamara Adrián, abogada y docente de la Universidad Central de Venezuela y de la Universidad Católica Andrés Bello, que la lucha por obtener la igualdad de derechos de homosexuales y de personas con conflictos de identidad de género, aquellas personas que aún viviendo con un cuerpo de determinado sexo, sienten que pertenecen al sexo opuesto, se constituirá en el siglo XXI en la bandera de la pelea de los derechos humanos. Sobre este punto, la activista destacaba como en varios países latinoamericanos, por no referirse a países desarrollados, se ha avanzado mucho en la consecución de la igualdad.

Países cercanos como Colombia, Argentina, México, ya tienen marcos legales en los que se reconocen los derechos de las personas incluidas en el ámbito de la diversidad sexual. En estos países ya se reconocen, por ejemplo, las uniones de hecho entre personas del mismo sexo.

Sin embargo, en Venezuela todavía estamos lejos de esa realidad, se quejaba Adrián, quien es transexual y ha tenido que batallar para que se le reconozcan sus derechos pues, aunque ya ha cumplido con todos los cambios físicos para tener el cuerpo de mujer que siempre sintió que le correspondía, aún, legalmente, se

Pica en la foto para leer entrevista de Tamara Adrián sobre reasignación genital (Foto: Fernando Pulido)

llama Tomás con los problemas e incomodidades que esta situación le reportan cada vez que tiene que enseñar sus papeles de identidad ante una autoridad de migración de algún país o presentarse ante sus alumnos quienes, de acuerdo al pensum de estudios, esperan conseguir como profesor a Tomás y no a Tamara.

-Desafortunadamente, decía en su exposición, la ley de igualdad de géneros y diversidad que se introdujo en la Asamblea Nacional para la aprobación, terminó siendo una ley de igualdad entre el hombre y la mujer, eliminando en todo su articulado lo que tenía que ver con la diversidad y los derechos de las personas de la comunidad de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales.

Ficción y realidad

Los paralelismos entre la vida real de Tamara Adrián y la ficticia de Cheila en la película de Barberena, por casuales, son impresionantes. A pesar de que la película no está basada en la vida de Tamara (tal vez Palencia ni siquiera sabía de la existencia de la docente al momento de escribir el guión) y que, para el momento de la proyección en Maracaibo la activista no había visto el film, ambas mujeres coinciden en la docencia, las dos nacieron en un cuerpo de hombre sintiéndose mujeres y las dos tienen el mérito de luchar y enfrentarse a sus familias para conseguir la felicidad, a sabiendas de que esto puede significar dejar en el camino afectos y construirse una nueva vida.

Pica en esta foto y verás el encuentro entre Tamara Adrián y Fabiola Colmenares sobre diversidad sexual

Será interesante ver cómo recibirá el público venezolano la película “Cheila, una casa pa´maíta” en las carteleras de cine comercial del país. Hasta ahora sólo ha sido exhibida en festivales pero su estreno está pautado para el 26 de febrero, si no hay cambios de última hora.

Creo que es un film que no dejará indiferente a nadie, tanto por el tema que trata como por la buena calidad alcanzada en su fotografía, intencionalmente obscura  de Mahmood Patel, en la excelente dirección de Barberena  y la pertinente utilización del recurso del flash back para narrar la historia y las atinadas actuaciones de sus intérpretes.